lunes, 20 de febrero de 2012

Salida

Estoy esperando el colectivo. No llega aún, está algo retrasado. Me fumo un cigarrillo para hacer más corta la espera. El colectivo llega, subo a él, saludo al chofer y le pago el boleto. Me siento en el primer asiento, detrás del conductor. Va a una velocidad excesiva, más que lo usual. Sábado a la noche, las rutas están vacías y poca gente viaja por lo que tampoco se detiene mucho. En treinta y cinco minutos llegó a destino.
 Recibo un llamado; me están esperando en el lugar acordado. Bajo rápido del colectivo, salgo de la terminal y busco un taxi. Subo, le doy la dirección al chofer y arranca. En 10 minutos llego. Bajo del taxi. Camino unos metros, mientras enciendo otro cigarrillo. Cruzo la calle. Están esperándome. Los saludo con un beso a cada uno. Hablamos un momento y buscamos otro taxi. Tenemos que ir al departamento de otra chica. Para el taxi, subimos. Recorre una parte de la ciudad, hasta llegar a destino. Bajamos. Ella está linda, desde que la vi cuando me esperaban a mí. Tocamos timbre. Se abre el portón e ingresamos. Subimos por las escaleras hasta el segundo piso. Nos abren la puerta y entramos. Saludamos. Yo me presento, al igual que las chicas. El otro no, es amigo de la gente de la casa. Preparan ron con jugo para tomar. El trago se acaba rápido. También vodka con jugo, vuelve a terminarse rápido. La botella de ron se vacía y le rellenan con vodka, la vamos a llevar al boliche, la cartera de las chicas es perfecta. Salimos callados.
Caminamos tres cuadras y llegamos al boliche. Hay que hacer fila para entrar. Mientras hablamos un poco de todo. Yo estoy convencido de querer besarla, me parece linda. No tiene cuerpo de modelo pero su personalidad tiene un algo, no voy a casarme con ella, sólo quiero un affaire. Por fin abren, y entramos de a uno. El guardia nos revisa el documento. Otra nos pide el nombre, entramos por lista. Adentro las paredes están pintadas de negro, sólo dos tienen color blanco. El color de las paredes y las luces ambientan el lugar. La música suena fuerte. Es música techno, tranquila, para la más dinámica falta. Juntamos plata entre todos y una de las chicas va a comprar. De a poco empezamos a movernos en algo parecido a un baile. Pasaron cinco minutos y traen el vaso. Vodka y energizante. Pasa por el círculo que hemos formado de mano en mano. Nos movemos al ritmo de la música. Otros a nuestro alrededor hacen lo mismo. Me pierdo en el tiempo, cuando miro el reloj ya ha pasado una hora desde que llegamos. La bebida en el vaso ya se ha acabado. Nos ponemos de acuerdo cómo hacer para rellenar el vaso con nuestra propia provisión. Estratégicamente lo logramos, en realidad es mérito de las chicas. Seguimos tomando y moviéndonos un poco más, el ritmo de la música se hace más rápido. Ella se mueve. Lo hace interesantemente, despreocupada, liberada de tensiones, lo cual la hace deseable. Miro el techo una y otra vez, y los pensamientos se vuelven cada vez más dinámicos. Imagino lo que le haría si me diese oportunidad. Pierdo el sentido del tiempo, otra vez. Reviso el reloj en mi puño, ha pasado otra hora. La música cada vez más fuerte, más gente, más alcohol, más la miro, más pienso. Nos movemos a otra parte del lugar. Seguimos tomando. Estamos en círculo, bailando, como si fuese un ritual. Los deseos se notan en el aire, una pareja de chicas, otra de chicos y otras tantas parejas más. Mi deseo por ella aumenta, pero asumo que ya es más efecto del alcohol que de mi propia conciencia. Miro a otras. Siento exactamente el mismo deseo, sólo que las otras no son colegas, no arruinaría nada con ellas. Volvemos a movernos. Aparece otro vaso, seguimos tomando. Miro las piernas de otra de las chicas, o sin querer agarro de la cintura a otra. Han pasado dos horas y media. El calor allí dentro es insoportable. Cuerpos en roce, en movimiento y la temperatura que tampoco ayuda hace que más calor se sienta. Vamos a sentarnos un momento. Me tiro rendido en un sillón, ella de un lado, la otra del otro; los demás parados frente al sillón. Mucha gente alrededor. Mi camisa esta un poco abierta, ella la acomoda y se ríe. No pienso más de lo que es. Nos levantamos y volvemos a la pista a bailar. Otro vaso. Nos movemos a un ritmo casi demencial. Los oídos le transmiten al cerebro la música y este a su vez devuelve la señal en múltiples movimientos del resto del cuerpo. Nos volvemos a ir a otra pista. Nos quedamos cerca del dj y del sistema de audio. La música se hace más intensa y para apenas balbucear unas palabras tenemos que gritarnos al oído y aun así no nos escuchamos demasiado claro. Sigo mirando a mi alrededor, miro mujeres. También la miro a ella y mis pensamientos se hacen aun más libidinosos. Se mueve al ritmo de la música, grita, canta, salta. El alcohol desinhibe nuestras acciones y nos librera para movernos. Otra vez miro el reloj, llevamos tres horas ahí. Bebiendo, cantando, saltando, gritando, bailando. Nos divertimos. Otra movida, como hay mucha gente, para no separarnos nos agarramos de las manos. Tomo su mano, siento como suda. Volvemos a bailar. Estamos cada vez más descontrolados. Otro vaso aparece nuevamente. Yo dejo de tomar. Finjo que tomo. Ella y los demás siguen tomando. Más música, más baile. Más calor. Mucha gente. Otra vez nos sentamos. Me quedo parado yo y es el otro quien se sienta con ella y la otra. Nos reímos, hablamos, nos divertimos. Intentamos salir afuera para tomar aire, pero llueve así que volvemos adentro. Otro vaso. Entre todos vamos de acá para allá. La noche es fenomenal. Y miro el techo y me hablo para no hacer ninguna estupidez. La deseo. La respeto. Gana lo segundo. Miro el reloj, ya casi va a ser hora de irnos. Nos sentamos unos minutos. Otros empiezan a irse. Seguimos ahí, van quedando menos en esa parte. La pista principal sigue llena.
Finalmente salimos. Afuera apenas caen unas gotas. Esperamos a dos chicas más. No me quedan cigarrillos. Nos reímos. Hacemos bromas. Ella esta algo mareada. Salen las otras y nos vamos. Caminamos. Hay algo de agua en el pavimento y juegan unos otros no. Mareada, a veces, tambalea. La tomo de la cintura. Lo máximo que haré. Esta empezando a llover apenas. En las cuadras siguientes seguimos bromeando, hablando, riendo. Ha sido una noche fantástica. La lluvia nos moja un poco. No demasiado. Cada uno va llegando al lugar que le toca esperar el colectivo. Nos despedimos con uno. Luego con ellas y finalmente los que quedamos. Corro un poco para no perder mi colectivo. Estoy a cinco cuadras y debo apurarme.
Llueve un poco más. Empiezo a mojarme más. Llego. Miro buscando el transporte que me corresponde. Subo. Pago el boleto y nuevamente me siento en el primer asiento. Tengo la ropa húmeda. Pronto llegaré a casa para cambiarme. La lluvia se hace más intensa en el camino. Esta amaneciendo. El día aclara pero esta nublado. Es domingo. Gris. Llueve más. Finalmente llego. Bajo del colectivo y camino a casa. Llueve torrencialmente. Me mojo. Se moja lo que hay en mis bolsillos: documentación, dinero y el teléfono celular.
He llegado a casa. Me saco la ropa mojada. Me pongo otra camiseta y me meto a la cama. Ahora dormiré unas horas.


jueves, 16 de febrero de 2012

Siempre hay más

Esto, eso, aquello
siempre hay más.
Esto otro, ese y aquél
siempre hay más...
y parecen como obstáculos
que poco dejan avanzar.
Si no es lo social
es lo político.
Si no es lo político
es la historia o es el azar,
siempre hay más
mucho más...
Esto, eso, aquello,
esto otro, ese, aquél;
siempre hay más...
mucho más.

Un cigarrillo y te vas

Después de tanto tiempo sin verse, por casualidad –o cruel juego del destino - se volvieron a encontrar. Él miraba unas camisas en la vidriera de un local de ropa, decidió  entrar a comprar una, al ir ingresando por accidente tropezó con una mujer y a esta se le cayeron las bolsas. Como buen caballero, le ayudó a recoger; al azar la vista la reconoció al instante…
-Tú…¿cómo estas? Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi-
-Dan, ¿cómo estás?...¿qué haces por aquí? Digo, no es raro que estés en una tienda de ropa, solo que aquí- Le dijo mirándolo fijamente a los ojos.
-Sólo estoy por un viaje de negocios. Necesitaba una camisa y encontré este lugar- Mientras señalaba el interior del local.
-No compres aquí, la calidad no es la que tú prefieres-
-Todavía recuerdas mis gustos. Creo que yo recuerdo alguno de los tuyos- Se acerco a ella y agarró una de las bolsas, -Dame, te ayudo con eso. ¿Dónde esta tu auto?-
-Por allá. Gracias por ayudarme, aunque no te hubieses molestado. Sam no pudo venir a retirar sus trajes nuevos porque esta fuera de la ciudad, así que vine yo-
Mientras metían las bolsas en el asiento trasero del auto, un sedan de color gris plata, Él le hizo una invitación, -Dije que todavía recuerdo algunos de tus gustos-
-Dan, mejor no- Respondió y sin querer puso su mano en el pecho de él.
-Hay un bar, a unos metros de aquí…podemos tomar un café y fumar un cigarrillo, si aún conservas el hábito-
Ella sonrió levente –Estas loco? A ti te molestaba que fumara. Decías que era para cuidar mi salud, aunque tú lo hacías; y aún lo haces-
-¿Cómo, cómo lo sabes? Nunca fumé frente a ti, ni a nadie, lo hago sólo en la tranquilidad de mi escritorio-
-Una mujer siempre conoce el olor característico de su hombre, quiero decir de un hombre. Y el olor a tabaco no desaparece con un buen perfume; incluso lo resalta y lo hace atractivo; en algunos no en todos- Se notaba nerviosa por haber dicho “su” hombre, en el fondo aún se sentía atraída por él. Y cómo no estarlo, él había sido el hombre más maduro en su vida, le había ayudado a enfrentar y superar algunos fantasmas de su pasado. Era un buen hombre, de nobles sentimientos, pero no demostrativo. Su mente dominaba su corazón y eso había acabo con su corta relación.
-¿Vamos?- Sus palabras la sacaron del ensueño en que se había quedado
-No sé, Dan, no creo que sea bueno-
-Un café, un cigarrillo y te vas; sólo eso, nada más-
-Esta bien, vamos- Se dirigieron al bar y se sentaron en las mesas de afuera. Charlaron durante una hora, una larga hora. Para ella era una de las horas más cálidas en mucho tiempo y para él una hora interminable, donde volvía a ser vulnerable, blando, sentimental.
-¿Cómo va lo tuyo con Sam?-
-Bien, estamos bien. A veces tenemos alguna discusión pero sólo cosas pasajeras. Es un buen hombre. ¿Tú, alguna mujer en tu vida?-
-No siempre duermo solo, si es lo que preguntas-
-No pregunté eso. Me refiero a si hay alguna relación genuina-
Puso el gesto serio y secamente respondió –No. Y no la necesito-
-Todos necesitamos algo de amor. Al menos una vez-
-Esa vez ya pasó, fue bueno, no lo niego, pero ya es parte del pasado. Suficiente con lo que hay ahora-
-No deberías estar solo-
-Estuve contigo, fui feliz en ese tiempo, pero supongo que fue mi culpa que todo se arruinara. Mi mente fue más poderosa, me enfoqué en mi trabajo y me olvidé de ti. No soy bueno para las relaciones y tú eres experiencia viva de eso-
-Intenta al menos. Estas a tiempo- Ella miró el reloj en la mano de él y tomó conciencia de la hora, había pasado mucho tiempo y se le hacía tarde. –Me gustó verte y hablar contigo, pero debo irme. Se me ha hecho muy tarde, el tiempo se pasó rápido. Realmente lo disfruté-
-Siempre nos pasaba lo mismo, ¿recuerdas? Supongo que deber ir a casa antes de que regrese Sam- Sacó dinero de la billetera y lo dejó sobre la mesa; la acompañó hasta el auto para despedirse.
-Un cigarrillo y te vas. Te lo dije-
-Adiós, Dan, cuídate mucho. Te quiero- Se acercó a él y lo besó apenas en los labios.