jueves, 16 de febrero de 2012

Un cigarrillo y te vas

Después de tanto tiempo sin verse, por casualidad –o cruel juego del destino - se volvieron a encontrar. Él miraba unas camisas en la vidriera de un local de ropa, decidió  entrar a comprar una, al ir ingresando por accidente tropezó con una mujer y a esta se le cayeron las bolsas. Como buen caballero, le ayudó a recoger; al azar la vista la reconoció al instante…
-Tú…¿cómo estas? Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi-
-Dan, ¿cómo estás?...¿qué haces por aquí? Digo, no es raro que estés en una tienda de ropa, solo que aquí- Le dijo mirándolo fijamente a los ojos.
-Sólo estoy por un viaje de negocios. Necesitaba una camisa y encontré este lugar- Mientras señalaba el interior del local.
-No compres aquí, la calidad no es la que tú prefieres-
-Todavía recuerdas mis gustos. Creo que yo recuerdo alguno de los tuyos- Se acerco a ella y agarró una de las bolsas, -Dame, te ayudo con eso. ¿Dónde esta tu auto?-
-Por allá. Gracias por ayudarme, aunque no te hubieses molestado. Sam no pudo venir a retirar sus trajes nuevos porque esta fuera de la ciudad, así que vine yo-
Mientras metían las bolsas en el asiento trasero del auto, un sedan de color gris plata, Él le hizo una invitación, -Dije que todavía recuerdo algunos de tus gustos-
-Dan, mejor no- Respondió y sin querer puso su mano en el pecho de él.
-Hay un bar, a unos metros de aquí…podemos tomar un café y fumar un cigarrillo, si aún conservas el hábito-
Ella sonrió levente –Estas loco? A ti te molestaba que fumara. Decías que era para cuidar mi salud, aunque tú lo hacías; y aún lo haces-
-¿Cómo, cómo lo sabes? Nunca fumé frente a ti, ni a nadie, lo hago sólo en la tranquilidad de mi escritorio-
-Una mujer siempre conoce el olor característico de su hombre, quiero decir de un hombre. Y el olor a tabaco no desaparece con un buen perfume; incluso lo resalta y lo hace atractivo; en algunos no en todos- Se notaba nerviosa por haber dicho “su” hombre, en el fondo aún se sentía atraída por él. Y cómo no estarlo, él había sido el hombre más maduro en su vida, le había ayudado a enfrentar y superar algunos fantasmas de su pasado. Era un buen hombre, de nobles sentimientos, pero no demostrativo. Su mente dominaba su corazón y eso había acabo con su corta relación.
-¿Vamos?- Sus palabras la sacaron del ensueño en que se había quedado
-No sé, Dan, no creo que sea bueno-
-Un café, un cigarrillo y te vas; sólo eso, nada más-
-Esta bien, vamos- Se dirigieron al bar y se sentaron en las mesas de afuera. Charlaron durante una hora, una larga hora. Para ella era una de las horas más cálidas en mucho tiempo y para él una hora interminable, donde volvía a ser vulnerable, blando, sentimental.
-¿Cómo va lo tuyo con Sam?-
-Bien, estamos bien. A veces tenemos alguna discusión pero sólo cosas pasajeras. Es un buen hombre. ¿Tú, alguna mujer en tu vida?-
-No siempre duermo solo, si es lo que preguntas-
-No pregunté eso. Me refiero a si hay alguna relación genuina-
Puso el gesto serio y secamente respondió –No. Y no la necesito-
-Todos necesitamos algo de amor. Al menos una vez-
-Esa vez ya pasó, fue bueno, no lo niego, pero ya es parte del pasado. Suficiente con lo que hay ahora-
-No deberías estar solo-
-Estuve contigo, fui feliz en ese tiempo, pero supongo que fue mi culpa que todo se arruinara. Mi mente fue más poderosa, me enfoqué en mi trabajo y me olvidé de ti. No soy bueno para las relaciones y tú eres experiencia viva de eso-
-Intenta al menos. Estas a tiempo- Ella miró el reloj en la mano de él y tomó conciencia de la hora, había pasado mucho tiempo y se le hacía tarde. –Me gustó verte y hablar contigo, pero debo irme. Se me ha hecho muy tarde, el tiempo se pasó rápido. Realmente lo disfruté-
-Siempre nos pasaba lo mismo, ¿recuerdas? Supongo que deber ir a casa antes de que regrese Sam- Sacó dinero de la billetera y lo dejó sobre la mesa; la acompañó hasta el auto para despedirse.
-Un cigarrillo y te vas. Te lo dije-
-Adiós, Dan, cuídate mucho. Te quiero- Se acercó a él y lo besó apenas en los labios.

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