Cuando estoy solo, escucho música. Las melodías y las letras
me transportan a otra vida, a otro espacio. Vuelo.
La intensidad de las notas se siente en la piel, vibra el cuerpo
al compás de cada una. Se siente en el corazón, cada latido va a la par del
ritmo.
La mente vuela hacia otro universo, la libertad se hace
tangible y el alma resplandece gracias a los suaves sonidos que otra mente
maestra creó.
Para disfrutar de la música no es necesario saber leerla o
tocarla, sólo se disfruta. Solo o en compañía no importa, la música es hermosa
de cualquier forma.
Cada sentimiento humano puede ser expresado a través de la
música; amor, odio, tristeza, alegría, enojo, dolor y tantos otros que se manifiestan
en letras y melodías.
La cadencia de un estilo, el ritmo de otro, la intensidad de
otro más; conforman un enorme abanico de posibilidades para escuchar, para
disfrutar.
El compositor de esas melodías es un gran ingeniero, tan
inteligente, capaz de interpretar las palabras de los poetas que componen las
letras de las canciones, y su ejecutor, el cantante le pone voz y sentimiento a
esas palabras y notas. Y así, finalmente, todo en perfecta armonía, queda hecho
para que los oídos se deleiten.
Mientras todo cambia la música música es, pasa el tiempo,
las sociedades cambian, la vida misma cambia; pero la música, sigue siendo
música.
La música es vida, es arte, es sentimiento. Es un lenguaje
universal y eterno.
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